miércoles, 19 de octubre de 2011

La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares

Cuando un lector decide adentrarse en las páginas de La invención de Morel, excelente novela corta del argentino Adolfo Bioy Casares, y comienza la lectura de sus primeras páginas, cree estar adentrándose en una novela confesional, escrita en primera persona, sobre el cautiverio de un hombre en una isla desierta, al más puro estilo del Robinson Crusoe de Daniel Defoe.


Si ese lector prosigue su lectura, que seguro lo hará, habida cuenta de la excelsa calidad de su trama y de la potencia hipnótica del estilo de su autor, creerá estar ante una narración de género negro en la que se trata el tema del fugitivo y la caza del hombre.


Cuando ese lector continúa avanzando por sus páginas, ya cautivado por la narración, creerá ver una historia de amor, o incluso una reflexión de cómo el amor se convierte en medida terapéutica imprescindible para mitigar la soledad y salvaguardar la cordura, aunque sea por sustitución de un tipo de locura por otra, porque, ¿qué hacemos si no por amor, más allá de tiernas locuras?.


Más adelante cuando ese lector absolutamente entregado se ve incapaz de frenar el ritmo de lectura, descubre que esa narración breve que en principio creía emparentada con el género negro, pasa a ser una novela de ciencia ficción y una reflexión sobre el poder de la imagen, con todo lo atractivo que esto último resulta para los amantes del cine, y sobre la naturaleza y características del alma.


Y una vez concluya el centenar de páginas que constituyen la novela, ese lector que se ha aventurado a leer este clásico de la literatura argentina, no puede hacer otra cosa que esbozar, al cerrar el libro, ese tipo de sonrisa que únicamente emerge cuando se ha experimentado la lectura de una obra de mayúscula calidad. Sobre los recovecos de la trama, y acerca del argumento no pienso desvelar absolutamente nada, ya que si Borges los calificó como perfectos, ¿quién coño soy yo para enmendarle la plana al maestro?

4 comentarios:

PAblo dijo...

Una verdadera obra maestra del fantástico que por haberla escrito un argentino y no un yanqui no es tan (re)conocida como debiera.

Impacientes Saludos.

Jaime Sirvent dijo...

PAblo, no puedo estar más de acuerdo, suscribo al 100% tus palabras.

Un saludo.

David dijo...

Pues la leí hace ya unos añitos... y no sé si era tal la fama de la novelita (porque es muy breve) que me dio menos de lo que esperaba (tal vez porque esperaba muchísimo, conste).
Tendría que releerla algún día.
Lo que más recuerdo de Bioy Casares (más que su novela) es lo "cruel" que era con Sábato y sus cualidades como escritor. En fin...
Voy a la de Harper (que la vi hace bien poco, además).

Jaime Sirvent dijo...

Yo hice un primer intento hace años, y no sé qué pasó que la dejé, supongo que sería por falta de tiempo, y mira, hace poquito me puse y la he disfrutado muchísimo. Supongo que el momento también influye, eso, y las expectativas, por supuesto. Yo esta vez he ido en plan neutro y la verdad es que muy bien, estoy teniendo mucha suerte con los libros este año, de lo que me he leído últimamente solo ha habido uno que no me ha gustado, El guardián entre el centeno.

También ten en cuenta que entre lecturas y alguna relectura, este año me he leído Edipo Rey, Pantaleón y las visitadoras, El corazón de las tinieblas, Pasaje a la India, La vuelta al mundo en 80 días, Las aventuras de Huckleberry Finn, Los santos inocentes, El camino, Cinco horas con Mario, La hoja roja, Mortal y rosa, La Odisea y un largo etc. Como ves todo calidad.

Saludos.