jueves, 22 de septiembre de 2011

Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa



Lamentablemente la imagen pública que se le ha venido a dar durante los últimos años a Mario Vargas Llosa es la de un tipo de "derechas" o incluso la de un tipo reaccionario si nos ponemos a exagerar, cuando muy probablemente tenga muy poco de lo primero y absolutamente nada de lo segundo. La política, mal necesario con el que debemos convivir a diario mal que nos pese, tiene limitadas luces y un sinfín de sombras que nos afectan de manera vergonzosa en nuestra vida diaria. Por si esto fuera poco, la política no solo no se conforma con emponzoñar nuestras existencias y nuestras posibilidades laborales o empresariales, sino que también encuentra gozoso pasatiempo en poner etiquetas ideológicas a la cultura y a sus cultivadores, en definitiva en poner oscuridad y niebla sobre la luz que debería suponer la obra de un autor, generando clichés de dudosa veracidad.


De todas maneras, y a pesar de lo que acabo de decir en el primer párrafo, nunca he tenido un mal concepto sobre Mario Vargas Llosa, ya que las opiniones sobre un autor me las formo con su obra delante, y hasta este verano mi conocimiento sobre el trabajo literario del autor hispanoperuano se reducía exclusivamente a sus entrevistas y apariciones públicas. Afortunadamente, ese panorama ha cambiado con la lectura de Pantaleón y las visitadoras.


Vaya por delante que su lectura es una de las experiencias más entretenidas que he tenido como lector tanto de literatura como de cómic, ya que se trata de un libro de una desternillante comicidad y una ironía demoledora que consigue mantener una sonrisa perenne en el lector, cuando no provocarle una sonora carcajada. El protagonista del libro, Pantaleón Pantoja, es un recientemente ascendido capitán del ejército peruano, cuyo carácter tranquilo, y su excesivo celo en el cumplimiento del deber, amén de su personalidad eminentemente recatada(solo "folla" una vez a la semana con su mujer, no bebe, no fuma, no trasnocha), le hacen, a opinión de sus superiores, el oficial más adecuado para llevar a cabo una misión un tanto "especial" que consiste en crear un cuerpo de prostitutas(visitadoras) para uso y disfrute del ejército peruano en pleno Amazonas, con la finalidad de paliar el desbordante número de violaciones que por parte de miembros del ejército se producen en la región amazónica de Iquitos.


El personaje de Pantaleón Pantoja, para llevar a cabo el cumplimiento de su deber(razón de ser del personaje) deberá renunciar a todo aquello que ha jalonado su vida, viéndose obligado a vivir como un civil, no vestir el uniforme del ejército, y llevar una labor de incógnito. Deberá, en definitiva, salir de juerga a diario en vez de quedarse en casa con su mujer, emborracharse periódicamente en vez de mantener su característica sobriedad, o alternar con prostitutas, madames y proxenetas en vez de hacerlo con oficiales y sus respectivas esposas.


El último premio Nobel nos cuenta esta historia valiéndose de diferentes técnicas entre las que destaca el uso de un montaje similar al cinematográfico en el que combina diálogos de distintos personajes que suceden en diferentes lugares y tiempos, alternándolos como si se tratara de Sam Peckinpah o Terrence Malick; o la utilización del género epistolar, a la manera del Bram Stoker de Drácula, que le sirve para dotar a su novela de un amplio perspectivismo(podemos ver desde cartas a partes y memorandums del ejército, pasando por un programa de radio con sus instantes de publicidad y sus minutos musicales) escritos por el propio Pantaleón Pantoja, su propia esposa, o diversos generales del ejército peruano.


Vargas Llosa pone todas estas técnicas y recursos al servicio de la historia consiguiendo una novela divertida hasta decir basta, en la que ataca con ironía instituciones como la iglesia, el ejército o el matrimonio, y que provocará, sin ningún género de dudas, el disfrute y la risa incontenible de todo aquel lector desprejuiciado que decida acercarse a ella, prescindiendo de modas, tendencias, etiquetas o clichés de dudosa procedencia.

2 comentarios:

ethan dijo...

Soy un incondicional de Vargas Llosa, esta novela la leí hace mucho tiempo, recuerdo lo bien que me lo pasé con ella, muy diferente a otras como La Ciudad y los Perros, Conversaciones en la Catedral, etc. pero con el mismo tono de miseria y corrupción en sus páginas.
Saludos!

Jaime Sirvent dijo...

ethan, a mí me ha parecido divertídisima, como has podido ver en la reseña. Pronto iré a por otras, de hecho tengo La ciudad y los perros en casa.

Saludos.