sábado, 2 de abril de 2011

Dino De Laurentiis(1919-2010)

Los espectadores en general, y los aficionados al cine en particular, en ocasiones solemos cometer el error, quizás por los tiempos regados de estudios de marketing y tendencias que nos ha tocado vivir, de olvidar o de despreciar el trabajo de los productores, en favor de la labor de actores, directores, guionistas, músicos o directores de fotografía. Obviamente, sin el trabajo de todos estos no podríamos hablar ni de cine ni de películas, pero sin la inestimable labor de un mecenas que sostenga económicamente la realización del proyecto todo esto se vendría abajo sin remedio. Muy probablemente, este desprecio, olvido en el mejor de los casos, de tan inestimable labor se debe a que en gran medida la figura del productor ha pasado de ser la de un empresario que amaba el cine a la de un agente de tendencias al que el cine le importa un carajo, ya que lo único que contempla son dividendos, tipos de interés y ceros a la derecha. El pasado noviembre, los amantes del cine tuvimos la desgracia de perder a uno de esos productores de raza, a uno de esos empresarios que amaba el cine, y obviamente buscaba ganar dinero con él, pero al mismo tiempo le importaban la calidad de las películas, siendo capaz a lo largo de toda su carrera de alternar títulos de evidente reclamo comercial con otros mucho más arriesgados. Agostino De Laurentis nació en la localidad italiana de Torre Annunziata(Campania) el 8 de agosto de 1919, y dio muestras de su amor por el cine cuando a la edad de 17 años abandonó el negocio paterno de venta de spaghettis para estudiar cine en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma. Sin embargo, la llegada de la Segunda Guerra Mundial le hizo abandonar sus estudios de cine al verse obligado a combatir. Al finalizar el conflicto bélico De Laurentiis fundó su primera productora en el año 1946, Dino De Laurentiis Cinematografica, debutando con dos largometrajes: Águila Negra(Riccardo Freda) y Il bandito(Alberto Lattuada), a los que siguió la producción de otros títulos de interés como El caballero misterioso(Riccardo Freda)(1948), o Nápoles millonaria(Eduardo De Filippo)(1950) . No obstante, la eclosión de De Laurentiis como productor a nivel internacional no se produjo hasta el estreno de la película de Giuseppe De Santis, Arroz amargo, que no solo le benefició a él mismo a nivel de notoriedad, sino que supuso también el lanzamiento al estrellato de la actriz Silvana Mangano, con la que se casaría ese mismo año y que se prolongaría hasta 1988, un año antes del fallecimiento de la actriz.
A mediados de los años 50 su asociación con el productor Carlo Ponti, y la fundación de la productora Ponti-De Laurentiis, supuso una edad de oro, no solo del cine italiano, sino también del europeo, merced a la realización de numerosos clásicos de la cinematografía del país transalpino como Guardias y ladrones(Mario Monicelli y Steno)(1951), Ana(Alberto Lattuada)(1951), Jolanda, la figlia del corsaro negro(Mario Soldati)(1952), Europa'51(Roberto Rossellini)(1952), Totò a colori(Steno)(1953), primera película italiana en color, Anni facili(Luigi Zampa)(1953), y sobre todo La Strada(Federico Fellini), cuyo éxito internacional y posterior Oscar a le mejor película extranjera supuso un nuevo aliciente para De Laurentiis, que a partir de aquí trataría aunar las producciones de prestigio internacional con la realización de proyectos mucho más comerciales, tendencia que desarrollaría también en su posterior periplo estadounidense.
En esta década de los 50 De Laurentiis produjo peplums como Ulises(Mario Camerini)(1954) y Hombre o demonio(Pietro Francisci), también de 1954, pero también produjo films bastante más arriesgados como Mambo(Robert Rossen)(1954), Las noches de Cabiria(Federico Fellini)(1957), La gran guerra(Mario Monicelli)(1959), Guerra y paz(King Vidor)(1956), Barrabás(Richard Fleischer)(1961) o Waterloo(Sergei Bondarchuk)(1970) entre otros. En esta época De Laurentiis iniciaría su aproximación al cine norteamericano en régimen de coproducción como muestran títulos del calibre de, aparte de algunas de las citadas, Cinco mujeres marcadas(Martin Ritt)(1960) y La Biblia(John Huston)(1966), sin abandonar la producción de cine eminentemente italiano, como atestiguan títulos del calibre de Todos a casa(Luigi Comencini)(1960), Juicio universal(Vittorio De Sica)(1961) o Una vida difícil(Dino Risi)(1961).


Desde finales de los años 60 hasta su etapa final en los años 80, De Laurentiis continuó alternando los títulos comerciales no exentos de calidad como Diabolik(Mario Bava)(1968), Barbarella(Roger Vadim)(1968), Serpico(Sidney Lumet)(1973), El justiciero de la ciudad(Michael Winner)(1974), King Kong(John Guillermin)(1976) o Flash Gordon(Mike Hodges)(1980), con películas arriesgadas de cineastas de prestigio como Mandingo(Richard Fleischer)(1975), El huevo de la serpiente(Ingmar Bergman)(1977), Ragtime(Milos Forman)(1981), Dune(David Lynch)(1984) o Manhattan Sur(Michael Cimino)(1985).


Con su desaparición se marcha una forma de entender el cine basada en la producción de películas de prestigio con otras de índole más comercial y con un mayor sentido del espectáculo, no exentas de calidad, con las que ingresaba una notoria cantidad de dinero que le permitía acometer la producción de esos films más prestigiosos que hacían las delicias del espectador más cinéfilo. Descanse en paz Dino De Laurentiis.

2 comentarios:

Mo Sweat dijo...

Gran post, Jaime.

Tienes mucha razón, siempre recordamos a los grandes actores y directores de cine, pero casi siempre nos olvidamos de la importancia de productores como Dino.

Saludos.

Jaime Sirvent dijo...

Un saludo, Mo. Pues sí, tenemos tendencia a olvidar el trabajo de estos productores, yo el primero.