domingo, 3 de octubre de 2010

Arthur Penn(1922-2010) y Tony Curtis(1925-2010)

Como si de un lento y progresivo apocalipsis se tratara, poco a poco, los últimos bastiones de ese cine clásico , que durante años nos ha permitido dejar volar la imaginación y soñar que un monolito puede cambiar el destino de la humanidad, que se puede cantar y bailar bajo la lluvia mientras se pasa del cine mudo al sonoro, o que un tipo puede descubrir la integridad que creía perdida y negarle así a su jefe la llave de su apartamento; desaparecen para dejarnos cada vez más huérfanos de presencias físicas con las que autoconsolarnos y fingir que los viejos tiempos nunca se fueron. En los últimos días nos han dejado para siempre el cineasta Arthur Penn y el actor Tony Curtis.




Arthur Penn fue un realizador de la llamada Generación de la Televisión surgida en el cine norteamericano a finales de los años 50, conocida así porque sus integrantes se formaron trabajando para la pequeña pantalla, donde aprendieron los entresijos de ese difícil oficio de narrar con imágenes en movimiento que conocemos como cine. Junto a Penn podemos encontrar en dicho grupo a directores de la entidad de John Frankenheimer, Martin Ritt, Sidney Lumet, Franklin J. Schaffner, Robert Mulligan, George Roy Hill o Stuart Rosenberg entre otros, y de los cuales podemos destacar como rasgos generales y comunes, la temática social , aunque ésta no aparezca en todos ellos, y la calidad intrínseca de su cine, bastante elevada en la mayor parte de su producción.






La carrera de Arthur Penn en el año 1958 se inició con un excelente y muy recomendable western psicológico llamado El zurdo, en el que Paul Newman encarnaba a Billy el Niño, que aparte de funcionar como una excelente película de intriga psicológica y de acción, el realizador de Pequeño gran hombre consigue provocar la reflexión en el espectador sobre temas como la delicuencia, su origen social y sus causas. La carrera de Penn volvió a reanudarse en 1962 con El milagro de Anna Sullivan, excelente drama basado en hechos reales en el que Anna Sullivan, interpretada de manera impecable por Anne Bancroft, trabaja para conseguir que una niña ciega, sorda y muda pueda llegar a comunicarse con sus semejantes de alguna manera. Con esta película Arthur Penn, quien ya había trabajado con esta historia en el teatro y la televisión, consiguió ser nominado para el Oscar al mejor director, mientras que las dos intérpretes femeninas consiguieron sendas estatuillas por sus respectivos trabajos. La trayectoria de Arthur Penn proseguiría con películas como Acosado(1965), o La jauría humana(1966), protagonizada por Marlon Brando, Robert Redford, Jane Fonda y Robert Duvall, siendo sin ningún género de dudas una de las mejores películas de su filmografía, además de una espléndida reflexión sobre la manipulable naturaleza humana.



La reputación de Arthur Penn como un autor de calidad preocupado por la reflexión social y por el revisionismo de los géneros clásicos continuó cimentándose en films de la talla de El restaurante de Alicia(1969), película basada en una canción del cantante Arlo Guthrie y protagonizada por el propio Guthrie, Bonnie and Clyde(1967), mítica cinta protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway que a estas alturas no necesita presentación, Pequeño gran hombre(1970), y La noche se mueve(1970), magnífica película de género negro protagonizada por Gene Hackman totalmente recomendable tanto para los aficionados al film noir como para aquéllos que simplemente quieran degustar una buena historia.


A partir de aquí se produjo el declive y el fin de la carrera de Penn, ya que aunque realizó algunas películas de interés en los años siguientes(Missouri, Agente doble en Berlín...), su talante intelectual y sus preocupaciones sociales le alejaron totalmente del Hollywood de la década de los 80, un lugar y una época a los que claramente no pertenecía. En cualquier caso, y a pesar de que su carrera tuvo un final prematuro, Arthur Penn fue uno de los más firmes representantes de su generación, uno de esos nombres que indudablemente siempre aparecen cuando se menciona a la Generación de la Televisión, y lo que es más importante, fue un autor que nos ha legado un puñado de películas absolutamente recomendables que nos acompañarán mientras vivamos, descanse en paz.


Nuestra existencia y lo que sabemos, tanto de ella como del mundo en el que somos y estamos, viene determinada por nuestros sentidos, y a su vez la percepción que nuestros semejantes tienen de nosotros se rige también por la vista, el oído, el olfato, el tacto, el gusto(tanto a nivel sensitivo como estético) y por el llamado sentido común que muy probablemente sea el menos común de los sentidos. Por lo tanto si nuestro físico es de una determinada manera, puede resultar muy complicado conseguir que la gente que nos rodea sea capaz de percibir algo diferente que vaya más allá de esa coraza externa y de la imagen preconcebida que nuestros semejantes se hayan forjado en función de aquélla. Tony Curtis fue un actor dotado de un físico atractivo, de una cara bonita, que le hacía totalmente idóneo para papeles de galán con un halo de sinvergoncería dentro del ámbito de la comedia, sin embargo Curtis poseía una tremenda versatilidad para acometer los papeles más diversos en los más variopintos géneros y un enorme empeño y tesón para demostrar estas cualidades a la mínima oportunidad que tuviera. En ese sentido podemos calificar la carrera de Tony Curtis como una eterna batalla contra su propia imagen, en definitiva, como un eterno duelo contra lo ilusorio de las apariencias.


La carrera cinematográfica de Bernard Schwartz(su verdadero nombre) se inició a finales de los años 40 con unas apariciones , en la mayoría de los casos incluso sin acreditar, en clásicos del calibre de El abrazo de la muerte(1948) de Robert Siodmak, Dirección prohibida(1949) de Michael Gordon o ese clásico absoluto del western llamado Winchester 73(1950) de Anthony Mann. Después de unos papeles protagonistas en películas discretas le llega su gran oportunidad de la mano del director George Marshall en El gran Houdini, biopic sobre el famoso mago que no sólo le supuso un gran éxito en lo profesional, sino también en lo personal, ya que durante el rodaje conoció a Janet Leigh con quien se terminaría casando y teniendo una hija llamada Jamie Lee que como todos sabemos se convertiría en una excelente actriz.


Tras el éxito de El gran Houdini, la carrera de Tony Curtis despegó y mantuvo un nivel excelente con comedias como Vacaciones sin novia(1953)y Operación Pacífico, ambas de Blake Edwards, o el clásico de Billy Wilder Con faldas y a lo loco(1959) por el que siempre será recordado. También trabajó en películas de muy diversos géneros con las que Curtis pretendía burlar el encasillamiento. De esta forma intervino en films de aventuras como Coraza negra(1954) de Rudolph Maté, o ese clásico incontestable de Richard Fleischer, Los vikingos(1958), films negros como El rastro del asesino(1957) de Richard Pevney y esa obra maestra de Alexander Mackendrick llamada Chantaje en Broadway(1957) en la que mantenía un duelo interpretativo de máximo nivel con ese otro gigante de la pantalla llamado Burt Lancaster con quien ya había trabajado en la magnífica Trapecio del director de El tercer hombre, Carol Reed. A su vez también protagonizó junto a Sidney Poitier un clásico del género carcelario, como es Fugitivos(1958) de Stanley Kramer.




Los años 60 continuaron siendo buenos para un Tony Curtis que se encontraba sin ningún género de dudas en el mejor momento de su carrera, el cual alternaba su trabajo en comedias del calibre de ¿Quién era esa chica?(1960) de George Sidney, La pícara soltera(1964) de Richard Quine, La carrera del siglo(1965) de Blake Edwards o No hagan olas(1967) de Alexander Mackendrick, con otro tipo de trabajos en los que Curtis mostraba su enorme versatilidad, como pueden ser Espartaco(1960) de Stanley Kubrick, El último de la lista(1963) de John Huston, o en El estrangulador de Boston(1968) de Richard Fleischer, en la que realizaba una interpretación magistral del asesino múltiple Robert de Salvo, demostrando una vez más que era un actor dotado de múltiples registros y posibilidades.



Lamentablemente los años 70 supusieron el inicio del declive de la carrera de Curtis, quien se refugió en la pequeña pantalla. Su última película de interés es el film de Elia Kazan, El último magnate(1976), basada en la novela homónima de Francis Scott Fitzgerald. Sin embargo, y a pesar de este prematuro declive en la década de los 70, podemos afirmar sin ningún género de dudas que Curtis nos dio a los amantes del cine dos décadas absolutamente maravillosas, repletas de clásicos y de grandes interpretaciones.



Arthur Penn
y Tony Curtis nos dejaron para siempre, aunque sus películas nos acompañarán mientras vivamos, y es que como bien decía el poeta romántico William Wordsworth

Aunque ya nada pueda devolvernos
la hora del esplendor en la hierba
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo



5 comentarios:

desconvencida dijo...

Una gran pérdida por partida doble la de la semana pasada, cada vez quedan menos míticos de la Historia del Cine...

Jaime Sirvent dijo...

Pues sí Desconvencida, cada vez nos quedan menos, aunque como siempre decimos, siempre nos quedará París, besos.

WODEHOUSE dijo...

Siento haber tenido que esperar al puente para leer este pedazo de post, tan currado.
No olvidar a Jamie lee Curtis, una maravillosa y desaprovechadisima actriz, de tal palo tal astilla.
Me da penita ver a la bella Natalie Wood, que no tuvo tiempo de envejecer dada su prematura y absurda muerte.
Muy buen post. jaime

WODEHOUSE dijo...

siempre pense que el poema era de Wiltman. es una pelicula maravillosa y ese final es de nudo en la garganta.

Jaime Sirvent dijo...

Muchas gracias Wodehouse, me alegra mucho que te haya gustado el post.

Lo de Natalie Wood fue una auténtica lástima, era una verdadera preciosidad.