jueves, 26 de agosto de 2010

AC/DC: Powerage(1978)

Una de las máximas que suelo llevar cuando hablo de música, en definitiva cuando hablo de un solista o de un grupo por primera vez en este blog, es que la primera reseña que les dedico normalmente versa sobre el primer disco que escuché de dichos artistas, así si de Bob Dylan, por poner un caso, el primer larga duración que oí fue el Freewheelin', ése es el que aparecerá(como de hecho así fue) por estos lares, y si, por poner un ejemplo, el primer trabajo que disfruté de Elvis Costello fue el Trust, ése fue el que apareció por primera vez en uno de los primeras entradas de Travellings. Siguiendo esa misma regla de tres podéis deducir, y acertaréis, que el Powerage fue mi disco de iniciación a la más grande y representativa banda australiana de rock & roll en todo el planeta, AC/DC.



El Powerage es, además de un disco poco conocido de la primera etapa de la banda, con Bon Scott como vocalista, ciclo que conozco mucho mejor que el posterior con Brian Johnson, un trabajo absolutamente representativo del estilo que ha hecho de AC/DC lo que es, una banda de rock&roll, que no de heavy como muchos creen, cuyas canciones son directas y noqueadoras como un gancho de Rocky Balboa. Powerage ofrece los clásicos riffs de Angus Young, con sus solos adrenalíticos, sobresaliendo cuando deben, pero sin perturbar la ruidosa armonía marcada por la guitarra rítmica de Malcolm Young, y los berridos característicos del gran Bon Scott, ante los que resulta imposible permanecer impasible y no mover la cabeza.



Powerage es una inevitable sucesión de temazo tras temazo, de puro rock&roll desenfrenado, sin que en ningún momento el oyente pueda apreciar que el pulso de la banda australiana decae. Después de escuchar canciones del calibre de Rock'n'roll damnation, Gimme a bullet, Down payment blues, Riff Raff, Sin City o What's the next to the moon, por citar algunas, resulta absolutamente imposible haber permanecido impasible en el sillón, o incluso haber hecho otra cosa que no sea dejarse llevar por el ritmo milimétrico de AC/DC. Éste es un disco a escuchar en momentos bajos de ánimo, fundamentalmente porque una vez acabado te sientes como si acabaras de subir a la carrera las escaleras de Philadelphia, te sientes invencible, un héroe, aunque sólo sea durante un día como decía el gran David Bowie.



Alguna alma cándida y desinformada puede pensar que AC/DC realiza música para adolescentes, nada más lejos de la realidad. Aunque si has pasado la treintena y te gusta AC/DC, eso significa que sigues siendo joven, y sobre todo que amas la vida; y si por un casual no te gusta, eso no quiere decir ni mucho menos lo contrario. Por favor, que Dios bendiga a Angus Young y a Bon Scott.



7 comentarios:

David dijo...

¿Y que pasa si te gustan, pero no te sientes joven, Jaime? (ja,ja).
Dos referencias a Rocky en una reseña de AC/DC. ¿Hay alguna conexión perdida entre ellos?
Y bueno... yo de crío pasaba de ellos porque salía con una cuadrilla heavy y no era mi tipo de música. Con los años he aprendido a valorarlos. Al igual que a ti me gusta más la etapa con Bon Scott...
Un saludo.
Temazo, por cierto.

Osukaru dijo...

Vamos de trallazo en trallazo!.

He de reconocer que a AC/DC lo he conocido en su etapa de Brian Johnson, pero a raíz del recopilatorio que apareció con la peli de Iron Man 2 he podido apreciar las diferencias entre él y Bon Scott. Ahora lo entiendo todo...
Sin desmerecer en absoluto a Johnson, pero me quedo con Scott!.

J.A.Rubio dijo...

Para mi AC-DC es con el Bon Scott de mis años mozos , pero no hay duda que algunas canciones posteriores se pueden oir.
Y recordando estas cosa no me siento más joven, sino que me doy cuenta de la mayor que soy.

PEPE CAHIERS dijo...

La buena música no tiene las limitaciones de la edad, para nadie.

Jaime Sirvent dijo...

Pepe, por supuesto. Saludos.

Jaime Sirvent dijo...

David, no hay ninguna conexión perdida, ha sido simplemente un puntazo que me ha dado. Saludos.

Osukaru, yo también prefiero a Scott, ya somos dos, un abrazo.

Anonymous dijo...

bon por siempre