miércoles, 13 de mayo de 2009

La casa número 322


En muchas ocasiones la grandeza de una disciplina artística o de un período concreto de la misma no se mide por sus grandes genios, sino por la calidad de la clase media, de esos autores que sin ir ser los más importantes sí garantizaban una enorme cantidad de calidad. Esa destacable contribución de la clase media sí era algo habitual en el Hollywood clásico, y es por ese motivo por el que dicho período se considera la era dorada del cine, fundamentalmente porque el grueso de la producción era de una calidad más que notable y no se dependía tanto a nivel artístico de dos genialidades aisladas como ocurre hoy en día, que estamos todos esperando a que gente como Clint Eastwood, Woody Allen,David Fincher o Stephen Daldry estrenen película como agua de mayo. En la época del cine clásico había buen cine de forma continua todo el año, y no como ocurre ahora, que se encuentra localizado en la temporada de los Oscar y en pequeños goteos discontinuos a lo largo de todo el año; de esta forma, aunque todos tenemos en alta estima a directores como John Ford, Howard Hawks,Orson Welles, Billy Wilder, Charles Chaplin, Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock o Fritz Lang; no conviene olvider a cineastas como Budd Boetticher, Michael Curtiz, Anthony Mann, George Sidney, Edward Dmytryk, Henry Hathaway, George Marshall, Don Siegel, John Sturges, Gordon Douglas, Lewis Milestone, Frank Borzage, André De Toth, Mark Robson o...Richard Quine.


Richard Quine fue un director estimable que dirigió películas de indudable calidad artística como Mi hermana Elena(1955), Me enamoré de una bruja(1958), Un extraño en mi vida(1960) o la película que nos ocupa en esta ocasión... La casa número 322, cinta inscrita dentro de la tradición del film noir, y que si bien no puede competir en grandeza con grandes clásicos del género como El halcón maltés, El último refugio, Al rojo vivo, El sueño eterno o Perdición sí posee elementos de indudable interés que la convierten en una película harto recomendable. Curiosamente comparte protagonista con la obra maestra wilderiana, Fred MacMurray, y en ambas éste interpreta a un hombre, ya sea agente de seguros o policía como en este caso, que bajo la influencia de una mujer(Barbara Stanwyck o Kim Novak) se ve impelido a traicionar la legalidad y a cometer un crimen. Sin embargo, si alguien leyendo estas líneas se está planteando la seria posibilidad de pensar en La casa número 322 como un remake de Perdición, afortunadamente he de decirle para su tranquilidad que las semejanzas acaban ahí, ya que la mirada de ambos directores es muy diferente, y el propio desarrollo también.
La película arranca , en sus títulos de crédito, con una secuencia en la que se narra un atraco que tendrá una capital importancia en el relato ulterior. Dicho atraco será el hecho desencadenante de la historia, ya que Paul Sheridan(Fred MacMurray) es asignado a la vigilancia de Lona(Kim Novak), la amante del cabecilla del atraco, cuyo paradero, así como el del botín se desconoce. Pronto surgirá el amor entre ellos, pero a diferencia del film de Billy Wilder, se trata de un amor sincero que se encuentra lastrado por la propia fatalidad inherente al género. Richard Quine articula la película en torno a la contraposición de dos parejas: la formada por MacMurray y Novak, y la integrada por su compañero McAllister(Phil Carey) y la enfermera Anne Stewart(Dorothy Malone), que encarnan ideas y tipos absolutamente contrapuestos, así, mientras la pareja formada por Fred MacMurray y Kim Novak encarna la excitación y la emoción del peligro, y la rebelión contra lo establecido, la integrada por Phil Carey y Dorothy Malone, supone la personificación de lo hogareño, lo correcto, y la fría y mecánica satisfacción del cumplimiento del deber. Esta contraposición entre ambas parejas es mostrada de forma ejemplar por parte de Richard Quine valiéndose de recursos eminentemente visuales, como son los planos tomados desde el edificio situado enfrente del edificio de apartamentos en el que viven ambas mujeres, y las respectivas miradas de ambos policías en el ejercicio de su deber, al menos en el caso de Carey, que recuerdan poderosamente a los filmados por Alfred Hitchcock en su obra maestra La ventana indiscreta(curiosamente ambas películas fueron rodadas el mismo año).

La casa número 322 posee un guión bien hilvanado obra de Roy Huggins del que Richard Quine saca un partido excepcional, sin que ninguno de sus detalles sea superfluo para la historia, en concreto estoy pensando en la obsesión de Sheridan por el dinero"de pequeño juré que sería rico" que le llevará a su situación de traición a su propia profesión; y también una excelente fotografía en blanco y negro a cargo de Lester White, que ofrece las luces y sombras característicos del género, y que se convierte en un elemento narrativo más, destacando la iluminación sobre el rostro de Kim Novak en determinados planos, jugando con muy buen gusto con las luces y las sombras, y mostrando su enorme madera de estrella(ésta es su primera película).

Richard Quine consigue con La casa número 322 narrar una historia con muy pocos escenarios, y casi todos interiores, sin que en ningún momento parezca teatral, logrando a su vez una película de pretensiones modestas y de logros estimables, dando como resultado un film más que digno, de calidad y que agradará a todos los degustadores del cine criminal.

La casa número 322
País:Estados Unidos
Año:1954
Título original: Pushover
Intérpretes: Fred MacMurray, Kim Novak, Phil Carey, Dorothy Malone, E.G.Marshall, Allen Nourse, Phil Chambers, Alan Dexter, Paul Richards, Ann Morris.
Guión:Roy Huggins basado en la novela de Bill S. Ballinger
Fotografía:Lester White en blanco y negro
Música: Arthur Morton
Productora: Columbia Pictures
Director: Richard Quine

4 comentarios:

WODEHOUSE dijo...

Es magnifica esta peli y esta entrada. El actor, Fred, enorme en todos los registros que abordaba.
Kim novak, la mujer de hielo con esa beeeza fría que quemaba. Me ha encantado, un besazo.

Jaime Sirvent dijo...

Wodehouse, me alegro de que te haya gustado, muchas gracias, un beso.

atikus dijo...

SI, JEJE, Kim Novak esta espectacular (en me enamore de una bruja esta muy bien también, pero creo que el blanco y negro la dejan mas sexy) y la entrada muy buena, de esas pelis que tienes que verlas si ruidos externos y bien concentrado, peliculón

Saludos

Jaime Sirvent dijo...

Atikus, Kim Novak está preciosa, y como tú bien dices el blanco y negro le sienta de maravilla. Un saludo.