martes, 6 de enero de 2009

Vieja escuela de Tobias Wolff


Suelo preferir los libros en los que la vida se pasea sobre sus páginas, aquéllos en los que la aventura, la imaginación y el deseo de divertir al lector impregnan la obra leída, y suelo renegar de esos libros excesivamente académicos, acartonados y en numerosas ocasiones malogrados por la obsesión de sus propios autores por demostrar su erudición aún a costa de cargarse la historia que están contando, llegando a no contar una historia en absoluto. Por ese motivo, la lectura de un libro como Vieja escuela, una novela en la que su autor reflexiona sobre la literatura y sobre el oficio de escritor podría presentar a priori el peligro de caer en el defecto que acabo de señalar, un peligro que se disipa en la lectura de sus primeras páginas.


Vieja escuela es una excelente novela, que sí, reflexiona sobre la literatura, pero que en ningún momento olvida que ésta debe estar impregnada de vida; en la que se reflexiona sobre el oficio de escribir y sobre la necesidad que de ello tienen esos maravillosos locos que llamamos escritores y que tanto nos han alegrado, desde Shakespeare, hasta Cortázar, desde Chesterton hasta Henry James, desde Hemingway hasta Borges. Para ello Tobias Wolff nos cuenta la historia de un joven estudiante de un prestigioso internado en el que las letras están por encima de todo, en el que la literatura es la razón de ser de todos los que se encuentran allí, y por encima de todo ello el deseo de ser escritores. El relato está narrado en primera persona e indudablemente tiene un cierto poso autobiográfico, ya que indudablemente el libro está impregnado de gran parte de los propios recuerdos del autor y de su propia experiencia académica, y sin ningún género de dudas hará sentir en un terreno familiar al lector que haya disfrutado de historias ambientadas en internados como puedan ser Tierras de penumbra, Adiós muchachos o El club de los poetas muertos, por citar algunas referencias cinematográficas que permitan al lector hacerse una idea más clara de a lo que me refiero.


La frustración del escritor, el miedo a fracasar o a triunfar, el pánico a la hoja en blanco, la competitividad..., son temas que se encuentran a lo largo y ancho de esta espléndida novela de Tobias Wolff, en la que los alumnos compiten entre sí por conseguir ser el elegido, por lograr que su relato sea el seleccionado por los escritores de renombre que suelen visitar el colegio. Wolff se vale de sus ilustres visitantes: Robert Frost, Ayn Rand y Ernest Hemingway para realizar una reflexión sutil y soterrada de la naturaleza de la literatura y del hecho y la necesidad de escribir , y lo hace valiéndose de un estilo sencillo, pero no exento de belleza, y de un excelente dibujo de personajes.


Vieja escuela es una excelente novela que invito a leer, y que deparará unos gratos momentos a todos aquellos que decidan acercarse a sus páginas.

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